viernes, 10 de septiembre de 2010

Yo limpio, tú limpias, él nos explota...



-Hello, Luis is speaking-
-Qué hubo. Le tengo un trabajito. Es algo sencillo, una oficinita y unos baños. No le toma más de tres horas-
-De una-¿A cómo paga?
-A doce hermano. En cash. Usted sabe, la "situa" está dura y no hay mucho trabajo.
-¿Doce? ¡Uy! no hombre. Súbale un poquito. A 15 al menos.-
-Eso es lo que hay. Dígame si le interesa o si no para darle el trabajo a otro.-
-Bueno, hágale-
-¿Pero usted si tiene experiencia limpiando?
-Claro, además le hago a lo que sea. Necesito el billete-

Muchos colombianos y otros inmigrantes abandonan sus países con la clara idea de buscar un futuro mejor para ellos, para sus hijos y para las futuras generaciones. Hipnotizados por las historias de las películas, de familiares y de otros amigos que ya han vivido el sueño americano, australiano, canadiense, o británico, se embarcan en una aventura que, en muchos casos, termina muy bien, y en otras no, como lo pintan algunas agencias de viaje y una que otra película de Hollywood.

Armados de sueños e ilusiones -que si se pesaran y se cobraran en las aerolíneas la multa por exceso de equipaje sería altísima- los latinos se unen a esta aventura hacia el país de los Koalas, del Ópera House, del verano espectacular y del invierno cansón, aunque sin nieve; se embarcan en varios vuelos que suman aproximadamente 23 horas y 48 minutos desde Bogotá, para finalmente aterrizar en el aeropuerto de Sídney. Es el primer paso en busca del sueño australiano.

Casi todos ellos traen en sus pensamientos aquellas frases tan conocidas como -Me le mido a lo que sea-, -¿qué hay pa'hacer? -Yo vine a hacer plata- - No me importa trabajar en lo que sea-. Las ganas de salir adelante les brotan del alma.

Lo que desconocen es que en Australia hay una mafia. ¿Cómo? ¿Una mafia en este país de las oportunidades? Sí, hay una mafia que aunque no trafica drogas, ni personas, ni armas, -sin decir que de éstas no haya-, controla en un gran porcentaje los mal llamados "trabajos que los australianos no quieren hacer", entre los cuales se encuentra el que casi todos hacemos durante el comienzo de nuestras vidas aquí: El arte de limpiar.

Hace cuarenta o cincuenta años aproximadamente, Australia era un país que necesitaba bastante mano de obra para ayudar a construirlo. En esa época había todo por hacer. Como había poca gente, Australia importó personas de todas las nacionalidades, especialmente de aquellos países donde las personas necesitaban trabajo, dinero y oportunidades.

Mucha gente vino de esos países, aunque me referiré al caso específico de países suramericanos.
Aquí llegaron por barco, luego de casi un mes de viaje por bravos océanos, enfrentando tormentas y resistiendo las ganas de tocar tierra y comenzar a ganar dinero. Arribaron y comenzaron las tareas asignadas para los inmigrantes. Durante esa época enfrentaron tres problemas: Estar lejos de casa, el idioma y la alta tasa de racismo. El 90% de la población eran australianos, el 10% inmigrantes. El racismo se sentía. -Simplemente no nos querían aquí- apuntaba una de ellos.

A pesar de los contratiempos, el trabajo y el dinero abundaban. Tenían hasta tres trabajos, buenos ingresos y una nueva vida para hacer en este país prometedor. -Si no me gustaba mi trabajo o mi jefe, podía arrearle la madre y al otro día tenía otro trabajo-, comentaba otro inmigrante.

¿Cuál es la diferencia entonces entre la Australia de esa época con la de ahora?.

Resulta que una gran parte de aquellos inmigrantes suramericanos decidieron quedarse haciendo esos "trabajos que los Australianos no querían hacer". Específicamente se quedaron a limpiar. No se preocuparon por buscar oportunidades en sus propias profesiones, mejorar su nivel de inglés e integrarse a una sociedad que estaba naciendo, no.

Ellos decidieron que se quedaban haciendo esos oficios, que por supuesto eran muy bien pagos. - La diferencia entre una persona que limpia y un profesional, es de algunos pocos dólares por hora, entonces ¿para qué?-, decían. Así pensaban muchos, y no hablo de muchos, hablo de cientos de miles. La idea del Gobierno era que estos primeros que llegaban, hicieran esos trabajos por un tiempo y luego siguieran con otros trabajos mejores, para así darles paso a los nuevos inmigrantes, que siguieran sus mismos pasos y luego continuaran hacia adelante.

Como ellos no quisieron hacerlo, comenzaron a llegar más y más inmigrantes, entonces la mano de obra para limpiar aumentó y por consecuencia - no hay que ser un premio nobel de economía para entenderlo- los salarios comenzaron a bajar; había más personas que lo hacían por menos plata. Aquí comenzó a aumentar considerablemente la explotación laboral, tristemente liderada por nuestra propia gente: Los latinos. Aclaro que esta situación se dio con casi todos los inmigrantes de todos los países: Indios, chinos, coreanos, turcos, incluso inmigrantes de países desarrollados, pero me estoy refiriendo específicamente a la comunidad latina, porque es de la que tengo mayor conocimiento.

Y lo que comenzó con un puntico de nieve fue creciendo hasta convertirse en una bola gigante, que crece y crece, y, parece ser, es algo común ahora. Algo que hace parte de la cultura del recién llegado. Para algunos es algo "que todos tenemos que pasar como sacrificio para coronar el sueño australiano"

¿Cómo está la situación ahora en 2010? Desde mi humilde punto de vista: Peor.

Resulta que estas personas que llevan limpiando desde hace 20 ó 30 años han sido los dueños del negocio. Toda esta mafia está liderada por latinos, asiáticos, y uno que otro europeo o australiano, con gran experiencia en limpiar, y también tienen toda la experiencia en las mañas y trucos para explotar, robar, estafar y humillar al inmigrante que llega a trabajar a Australia.

Cuando un inmigrante arriba, lo primero que busca es trabajo. Asegurarse un ingreso que le permita sostenerse. Como casi todos no llegan con un inglés que les permita conseguir trabajos mejores, donde se relacionen con los clientes y mejoren el inglés, se enrolan en trabajos de limpieza. Allí conocen a los "traquetos" de esta mafia, es decir el puente entre ellos y los grandes capos.

Expongo mi caso. Recién llegado comenzamos a averiguar por trabajo y la respuesta de todos era casi igual: "Usted sabe que aquí toca comenzar es limpiando". Algunos conocidos nos dieron los números celulares de los "Capos" del negocio. Mandábamos mensajes de texto con la frase "Hola, Don Pepito, somos dos colombianos, recién llegados a Australia.

Estamos buscando trabajo y nos le medimos a lo que sea." Luego esperábamos con ansias una llamada o un mensaje como respuestas. A veces llegaban mensajes como "Por ahora no tengo nada, pero cuando haya algo le aviso". En uno de esos días una llamada entró. Era uno de los líderes de esta mafia. Me citó en una calle de Sídney donde me recogió para explicarme cómo era el negocio. Fuimos a una oficina y en 15 minutos me dijo lo que había que hacer. Básicamente el trabajo consistía en limpiar unas oficinas: Sacar todas las basuras, sacudir el polvo, aspirar, trapear y lavar los baños. De lunes a viernes entre las 4:00 p.m. y las 8:00 p.m.

-¿Y el salario, cómo es?-
-Le pago a 12 dólares la hora-, apuntó el capo.

Doce dólares por hora, por cuatro horas por cinco días a la semana sumaban 240 dólares. -Eso es mucho billete-, pensaba. Lamentablemente como era mi primer trabajo y estaba recién llegado, desconocía las leyes del trabajo en Australia y no me daba cuenta que, claramente, comenzaba a hacer parte de este cartel y estaba siendo explotado. Simplemente pensaba que era un buen dinero pues -otro grave error que se comete al principio-, convertí los dólares a la moneda de mi país. Eran aproximadamente 450.000 pesos colombianos, por medio tiempo por semana.

¡Uf! ¡Aquí lo que estoy haciendo es plata!

Duré un mes en ese trabajo. Hasta que me botaron como a un koala disecado, perdón, como a un perro a la calle. En fin, echado sin justa causa, sin indemnización o algo que se le parezca. Poco tiempo después me salió trabajo con otro de estos grandes capos. Su especialidad era limpiar casas. Bueno, él no las limpiaba, tenía su tropa de gente que lo hacía. Cada día éramos unas diez personas en una camioneta limpiando casas por todo un vecindario. En un día limpié cinco casas. Me gané 20 dólares por casa. El problema fue que me gané ese dinero en casi nueve horas de trabajo; es decir, un promedio de 11 dólares hora. Nuevamente estaba siendo explotado.

¿Pero dónde están esos trabajos tan bien pagos de los que hablaban en las agencias en Colombia? Comenzaba a darme cuenta de que con latinos es difícil obtener esos salarios, pues casi todos siempre buscan la manera de explotarnos.

Lo peor es que esta mafia es cada vez más grande porque muchos de los que comenzaron abajo, están escalando posiciones. Ahora están en un nivel de posición medio en la tenebrosa organización, con varios cleaners bajo su mando, pero lo más decepcionante es que siguen las mismas mañas de sus antecesores: Explotan al recién llegado, evaden impuestos, maltratan física y psicológicamente a quienes tienen bajo su mando. Lamentablemente muchos de quienes están en el último nivel de la pirámide necesitan el dinero, por lo menos mientras se adaptan al idioma y al país. Eso lo saben quienes están arriba y no tienen ningún problema en abusar de ellos.

Este sistema corrupto se maneja por medio de comisiones y subcontratos. Resulta que alguien tiene que limpiar algo. Citemos a Mr. Platica, el australiano. Él llama a una empresa de limpieza a cotizar el precio para que le limpien su oficina. El dueño de la empresa, latino él o con descendencia latina, habla sobre el precio:

-Mr. Platica, gracias por llamarnos-
-Necesito que limpien mis oficinas. Es una oficina grande. Son tres pisos. Quiero que limpien el polvo, aspiren, laven los baños y limpien los vidrios diariamente.-
No se preocupe señor. Nosotros le mantenemos la oficina limpia. Nuestros empleados le tendrán esa oficina reluciente de lunes a viernes. La cotización es de 2400 dólares mensuales.-

Haciendo cuentas la oficina se podría limpiar en cuatro horas. Claramente Mr Platica va a pagar 120 dólares el día, es decir, 30 dólares por hora. Aquí el capo comienza el "chanchullo". Suponemos que se le van en productos de limpieza 200 dólares al mes. Le quedan 2.000. Si no tiene intermediarios dentro del cartel, llama directamente a los cleaners rasos. Aquí se repite la conversación que inició esta crónica:

-Luis is speaking-
-Qué hubo. Le tengo un trabajito. Es algo sencillo, una oficinita y unos baños. No le toma más de tres horas-
-De una-¿A cómo paga?
-A doce hermano. En cash. Usted sabe, la "situa" está dura y no hay mucho trabajo.
-¿Doce? Uy no hombre. Súbale un poquito. A quince dólares al menos.-
-Eso es lo que hay. Dígame si le interesa o si no para darle el trabajo a otro.-
-Bueno, hágale-
-¿Pero usted si tiene experiencia limpiando?
-Claro, además le hago a lo que sea. Necesito el billete-

Aquí hacemos nuevamente cuentas. Me ofrecieron tres horas a doce dólares por cinco días por semana. Eso suma $720 dólares al mes. Y si la cotización que se pasó fue de 2.000 y sumando los productos de limpieza serían 920 dólares. ¿A dónde van a parar los 1.080 dólares restantes? Pues se lo reparten entre los comisionistas o se los coge el capo mayor. Y aquí es donde se estafa y explota a los cleaners rasos, es decir los que hacen todo el trabajo. Es lógico que se deba ganar una comisión porque es el jefe, porque es su empresa, porque consiguió el contrato, etc.. pero de más del 50% eso tiene un solo verbo "Robar". Porque no sólo roba a quien hace el "trabajo sucio" sino que roba al Estado al no pagar impuestos. ¿Qué bonito no?

No sobra mencionar que sólo tiene tres horas para hacer el trabajo. Si se demora más, el pago será el mismo.
Los Capos casi nunca pagan los impuestos de sus empleados, o cuando lo hacen, maquillan los informes para hacer ver que no están ganando mucho para que el Gobierno se compadezca de ellos y les permita pagar menos impuestos.

Por lo general los australianos, casi todos, pagan lo que vale el trabajo. Lo que ellos no saben es que están delegando esa responsabilidad en manos de estos capos. Los australianos agradecen a los capos el trabajo hecho, pensando que seguramente ellos están siendo bien pagados por el mismo, o están pagando a sus empleados de una forma justa, pero desafortunadamente desconocen todo el sistema de explotación que existe detrás. Es más, me atrevería a decir que los cleaners en Australia no existen, pues nadie los ve, o son ignorados mientras hacen su trabajo.

Muchos de estos capos les gusta la carne fresquita, recién bajada del avión. Parecen chulos que llegan al aeropuerto en busca de nuevos esclavos, en especial esos estudiantes sin experiencia o inglés, y que sólo vienen por una temporada. Como algunas personas vienen por temporadas no les importa trabajar "cash in hand" sin pagar impuestos. Equivocadamente ellos piensan que así obtienen más dinero.

La verdad es que si usted viene y trabaja pagando impuestos y en una empresa que le paga legalmente, no sólo tiene derecho a que le devuelvan una parte de los impuestos cada año, si no que tiene derecho, entre otros beneficios, al "Super annuation" que es un fondo de pensiones en el cual su empleador debe depositarle el 9% de su salario cada semana. Si usted se regresa o sale de Australia definitivamente este dinero le es devuelto.

El gobierno dice que no importa si usted es estudiante internacional, usted tiene los mismos derechos que un trabajador australiano: Tiene derecho a un salario justo, a un reconocimiento por recargos nocturnos, festivos, vacaciones, primas y vacaciones. Pero lamentablemente si su jefe es latino, en el 95% de los casos esto no será así, pero no crea que es porque la situación está mala.

A usted lo explotan, y su jefe latino se roba el resto del dinero. Incluso en algunos casos los amenazan con reportarlos por estar trabajando ilegalmente, cuando realmente quienes están en verdaderos problemas son ellos. Si usted se siente explotado, denúncielos. A usted no le va a pasar nada. Ponga su granito de arena para tratar de acabar con esta explotación. Sí, yo sé. Es casi imposible, pero hay que intentarlo.

Aquí es cuando los ven en grandes autos, viajando por el mundo, comprando propiedades en sus países de origen, y "triunfando". Van de visita a sus países con el ego en el cielo, con dinero a borbotones: -Es que me va muy bien en el exterior-. Todo a costa de sus esclavos, que realmente son los que merecen ese dinero.

¿Cómo identificar a los capos latinos?

Según he podido tratar algunos y con base en lo que he averiguado tienen estas características:
Siempre se están quejando de que no hay trabajo, aunque ellos tengan como 20
A pesar de que tienen empresas de limpieza, casi siempre las camionetas donde se transportan están desordenadas y sucias.
No invierten parte de sus megaganancias en mejorar el negocio (En muchos casos los cleaners trabajan con elementos viejos, dañados o inservibles).
Casi nunca proveen a sus empleados de elementos de seguridad industrial (¿Si sabrán de esto?)
No tienen ni idea de relaciones humanas, seguridad social o leyes del trabajo en Australia
No tienen muy buen inglés. (Difícilmente en el medio se relacionan con Australianos)
Están acabados físicamente (personas con edades de 30 años que parecen de 50 y más)
Viven amargados
Están obsesionados por el dinero pues siempre buscan quitarle negocios a los otros capos de la limpieza, incluso con sucias estrategias, nunca descansan, y siempre buscan la manera de explotar al inmigrante.
En algunos casos pertenecen a grupos religiosos - a esto no le veo nada de malo pues en Australia sí existe la libertad de cultos- pero, por ejemplo, según sus creencias el homosexualismo es inmoral, en cambio evadir impuestos y explotar al inmigrante sí está permitido.

Debo reconocer que no en todos los casos pasa esto. Aquí hay empresas serias, multinacionales dedicadas al tema de la limpieza. Si usted se engancha en una de ellas obtendrá un trabajo estable, bien pago, con prestaciones y todo legal.

Pero en el tema de la explotación y según varios inmigrantes que me escriben desde otros países como España, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Russia, parece que es un patrón que se repite. ¿Por qué lo hacen? Miserables.

Entre más sepan de Australia, mejor les irá y no será tan fácil que estos capos se la monten. Denle una mirada a este sitio que les puede ayudar http://www.fairwork.gov.au/Pages/default.aspx

Por favor lean y aprendan de sus derechos como trabajadores. No soy el más experto pero sé que los derechos son casi los mismos que los australianos. Si ustedes trabajan en las madrugadas, de noche, sábados, domingos o festivos tienen recargos. Si trabaja medio tiempo ganan un poco más por hora que si trabajaran tiempo completo, y si trabajan "casual" ganan aún más. Ojalá denuncien si son víctimas de eso.

Créanme, aquí el Gobierno se esfuerza por controlar y acabar con el problema. Aquí las leyes se hacen respetar.

Lamentablemente, como me dijo un agente de inmigración, el problema es que nadie denuncia.


A la conquista!!!

luiseduardo@lavidaenaustralia.com
http://www.facebook.com/luiseduardoquintero

jueves, 29 de abril de 2010

Sólo hay un grupo de personas que hablan un inglés casi perfecto: Los profesores de inglés.




Recuerdo que hace algunos años tuve la oportunidad de dictar algunas clases sobre el tema que manejo: Medios digitales. El profesor encargado de la materia dictaba estas clases en inglés y cuando tuve que reemplazarlo intenté hacerlo, con resultados desastrosos. Nunca había estado en un país de habla inglesa, entonces los nervios, errores y burradas salían a borbotones.

Lo más curioso era que dentro de mis estudiantes había tremendos personajes, quienes viajaron a países de habla inglesa para aprender esta lengua. Casos de alumnos que cursaron seis meses, un año y hasta más de inglés en prestigiosas instituciones de Estados Unidos, Australia, Inglaterra y Canadá, entre otros países.

Obviamente algunos de ellos llegaban algo agrandados hablando como si se mordieran la lengua o tuvieran una papa en la jeta:

-Mariquis , yo hice seis meses de inglés en el Instituto Psicopegadógico Tribilín Yepes Bolaños de las USAS, o sea, yo hablo inglés perfecto huevis, ok?-.

Claro, yo pensaba que ese era un inglés ¡Uffff! para descrestar y hasta sonaba bonito. Y yo tan inocente sin haber viajado a esos países me decidí a pasar unos meses fuera del país con el objetivo de dominar esta lengua anglosajona.

La idea de viajar se apoyaba cuando veía esos comerciales de American System Service que pasaban en el programa Bravísimo de City, T.V. en Colombia. Allí salía un presentador anunciando las maravillas de esta escuela donde era fácil aprender inglés en tres meses "Practicando y no estudiando" como argumentaban ellos.

"Hello, my name is Sutanita Chupamedias, I am so happy to be here in this school. This school gives me the chance to learn English in just three months, ¡ it's awesome! "

-¿Qué es esta maravilla por Dios?, Ya está hablando inglés y en sólo tres meses- refutaba el presentador.

Luego, viendo el reinado del tamal cerca a un pueblito de Cundinamarca, el maestro de ceremonia anunciaba la ganadora:

-La nueva representante de los tamales ante el mundo tiene 20 años y habla cuatro idiomas, español, inglés, francés e italiano-
-¿Cuatro idiomas con apenas 20 años?-. Definitivamente tenía que irme a estudiar inglés a otra parte.

Por eso llegué a Australia, pensando que en tres mesecitos ya estaría dominando esta lengua. Tamaña sorpresa me llevé cuando me di cuenta de que la historia es muy diferente, pues del inglés aprendido en la tierrita al inglés que escucho en Australia hay una gran diferencia. Esto comencé a comprenderlo desde que, en el aeropuerto de Sídney, el agente de inmigración me hizo un par de preguntas de las cuales no entendí mucho.

Y así fueron los primeros días, hasta para comprar mil de pan o trescientos de cilantro en la tienda de la esquina se me dificultaba entender y comenzaba a darme cuenta de que en tres meses no iba a hablar inglés.

Por otra parte, me enviaron a una escuela donde el profesor te habla un inglés perfecto, con la pronunciación adecuada, el acento donde debe ser y cuando lo escuchas a él, entiendes casi todas las cosas que dices, pero creo que ese inglés perfecto sólo lo hablan un grupo de personas en el mundo: Los profesores de inglés. Otra cosa es cuando sales a la calle y te encuentras con el inglés real, muy diferente al inglés de la escuela.

Todos los inmigrantes aprendimos inglés en nuestros países de origen con nuestras respectivas mañas, errores, acentos y demás. Y cuando salimos al mundo real hablamos con las miles de versiones de inglés que hay alrededor del planeta, porque debes cruzar palabras y frases con las nuevas versiones de este idioma: la versión china, la versión latina, la versión india, la versión coreana, la versión vietnamita, la versión francesa, la versión turca y siga sumando. Cada vez nacen nuevas versiones. Una frase tan sencilla de escribir como " Can I get a glass of water?" tiene más de 234 formas diferentes de pronunciarse. Si se la dicen entre dos personas del mismo país hasta se entienden, pero ¿y si no?

Un ejemplo de esto es que en mi trabajo como encargado de finanzas internacionales y relaciones con el cliente - entiéndase cajero - vendo un tiquete para buses aquí en Sídney, cuyo nombre oficial es Blue TravelTen. Así debería pronunciarse supuestamente, pero llegan personas de todas las nacionalidades que han aprendido a llamarlo de otra forma, seguramente porque escucharon de alguien cercano que así se pronunciaba. Entonces escucho nombres como Blue ten, ten rides trip, ten blue, blue bus pass, metro ten, metro blue ten, tiqueticos pal transmilenio de Sídney, entre otras. Y eso que ahora cambiaron todos los tiquetes para trenes, buses y ferries. Otra vez, un nombre oficial y cincuenta mil cuatrocientas veintitrés formas de pronunciarlo.

De hecho, creo que cuando me hablan en inglés a veces no capto toda la frase, pero sí un par de palabras clave que me hacen entender el contexto de la conversación. Uno de mis jefes tiene un inglés muy complicado de entender, entonces le capto las palabras clave en sus frases: -Luis, xxxx xxx xxx swap xxx xx prices xxxx xxx xx system xxxx xxxx xxx tickets?- Aquí, el quería que ingresara al sistema para cambiar los precios de los nuevos tiquetes para el sistema de transporte público de Sídney. Y así hago con muchas frases pues tanto él como otra de mis jefes hablan rápido pero enredado.

Una vez se aterriza en Australia uno comienza a escalar los cuatro niveles de inglés que, desde mi humilde perspectiva, los he clasificado así: el nivel sorry?, el nivel social, el nivel profesional y el nivel académico.

El nivel sorry es el básico y se define prácticamente porque a todo lo que nos hablan lo primero que respondemos es sorry?.

Ey! How its going? Sorry?
What´s up mate? Sorry?
No worries! Sorry?
Y para todo es Sorry?, Sorry? .

Incluso así entendamos lo que nos están diciendo, se nos escapa inconscientemente un "Sorry?" para que microsegundos después contestemos lo que nos preguntaron.

Dentro de este nivel caben los sinónimos de Sorry? Tales como Pardon me? Say again? WTF are you talking about?, y la famosísima e infaltable, aunque muda, cara de güeva que ponemos cuando no entendemos. Estas frases son la versión en inglés de los famosísimos: ¿Cómo dijo? ¿Mandé? ¿Perdón? ¿diga? ¡Hable bien pirobo!, entre otros.

Creo que por ese nivel pasamos casi todos los que llegamos a Australia. Bueno, yo sí pasé por ahí. Una vez vamos soltando la lengua y tomando confianza entramos al nivel social. En esta etapa nos caracterizamos por tener un inglés entendible con nuestro círculo de amigos extranjeros en el cual todos cometemos errores, pero nos entendemos. Claro, de vez en cuando se nos sale un 'Sorry?'.

La ventaja de este nivel es que no tenemos el estrés de saber si lo que decimos es correcto pues nadie se va a molestar o nos va a mirar con cara de que no sabemos inglés. Es así porque todos aquí manejamos en su gran mayoría el mismo nivel.

Este inglés nos sirve para ir de compras, ir de rumba, hablar con los amigos, de vez en cuando contestar llamadas de australianos, presentar algunas entrevistas de trabajo, hacer trabajos no calificados (limpieza, mesero, cajero, repartidor de pizzas o volantes, ayudante de cocina, entre otros). Aquí todos estamos aprendiendo.

Hay unos personajes que les encanta corregir a los demás. Aunque respeto eso no lo comparto pues en muchos casos son felices haciéndole ver los errores a los otros, pero ni se miran ellos. A veces lo he hecho, siempre con respeto y cuando ya son errores muy evidentes: " I is happy" por ejemplo.

Este inglés se ve mucho en las reuniones sociales, en los eventos masivos, bares, parrandas, bbqs; en el tren, en la tienda, en el restaurante. Se maneja con personas con las que tratas la mayor parte del tiempo y tienes algo de confianza. Si la cagas, simplemente piensas "No worries"

Llegar a este nivel es relativamente sencillo y se aprende con el paso del tiempo. No necesitas comprar libros de inglés o diccionarios electrónicos en el China Town. Vas aprendiendo palabritas, formas de decir las cosas y mil nuevas ideas sobre el inglés social.

Luego del nivel social y tras un tiempito hablándolo llegamos al nivel profesional. En este nivel el inmigrante debe aprender el idioma de su profesión. Me explico: si usted es ingeniero civil aprenderá palabras, significados, términos y otras ideas en inglés que entenderá y usará sólo con sus colegas. Un carnicero no aprenderá lo mismo que un odontólogo.

Cada profesión tiene su propio inglés. Un consejo para quienes quieran venir a ejercer su profesión aquí es comenzar a relacionarse con su respectivo inglés profesional.

Y aquí hablo de todas las carreras y todos los trabajos. Cuando pertenecí al cartel de los cleaners aprendí la jerga que ellos manejan: Mop, vacuum cleaner, cash in hand, bleach, finger prints, bucket, carpet, entre otros. Aunque algunos de estos personajillos, que ya se creen miembros de la Real Academia Española, comenzaron a mezclar palabras, entonces se escuchan verbos como "mopear". ¡Hágame el favor! No imagino a un ingeniero de sistemas adaptando la palabra "software" en algo como: -Ey, softwaréame este computador-

El inglés profesional tiene muchas facetas. Como mencionaba, para cada actividad, profesional o no, se debe aprender su respectiva jerga. Yo trabajo ahora en una tienda, es como una Panamericana en Colombia, pero versión algo pirata. Allí, luego de un año, puedo decir que domino en gran proporción el vocabulario tanto con clientes, proveedores y mis jefes. Pero cuando comencé no sabía cómo se decía tajalápiz, cosedora, alfileres; cómo se hacía un pedido de tarjetas prepago de teléfono, cómo hacer una orden de Coca Cola, cómo atender un reclamo, entre otras. Aun me falta mucho, pero si ya no entiendo algo me limito a decir: sorry?

Así es con toda profesión. Si trabaja en una panadería y, en inglés obviamente, le preguntan:
-Buenos días, me da por favor 1000 de francés, 500 de mogolla chicharrona, dos negritos, tres liberales ahh, y no olvide la ñapa, no?-

Bueno, esa jerga hay que aprenderla. Y el panadero, el ingeniero, el médico, el odontólogo, el contador, el mensajero, el chofer, el mecánico, la bailarina exótica, y hasta la actividad que usted hace, tienen sus propias palabras.

En este nivel no se pueden cometer muchos errores, pues ya habla con colegas, jefes o clientes, y creo, según mi experiencia, que luego del segundo "sorry?" su interlocutor comienza a desesperarse. Un día llegó a la tienda un viejito australiano que quería jugar "media docena" de cierta lotería. En esa época estaba comenzando y no captaba algunas palabras o términos complicados para mí, y este señor llegó con algo como "half dozen". Lo único que recuerdo sobre "media docena" era cuando mi madre me enviaba a la plaza por el mercado dominical. Y yo llegaba songo sorongo a los puestos de mercado:

-Mona, ¿a cómo la media docena de naranjas-, entre otros productos. Pues no, resulta que aquí para comprar lotería en algunos casos puedes pedirla por media docena "half dozen".
Luego del sexto intento no pude descifrar lo que el viejito quería. Como era bien cascarrabias este personaje, entró en cólera, sudaba frío, quería pegarme. Cuando estaba a punto de lanzarme su bastón, apareció una amiga irlandesa que trabajaba conmigo y logró entenderle qué quería. Incluso a ella se le dificultó un poco hacerlo. Luego ella me explicó el uso de la famosísima "Half dozen".

Hay unos trabajos profesionales en los cuales debe dominar el inglés casi que perfecto. ¿Qué tal trabajar de periodista en un canal de televisión y lo manden a cubrir una noticia de última hora en vivo? Esto no es Colombia donde un periodista norteamericano habla con bastantes errores, así le entendamos, y muchos le aplauden como focas. No; aquí no le dan ni el chance de tener un trabajo de esos si no domina el inglés, y más que el inglés, los términos o "slangs" australianos. No he visto el primer caso. Tengo un amigo periodista que trabaja en The Australian, un periódico. Le pregunté qué tan viable era hacer un voluntariado en ese periódico. -Primero hay que tener un inglés perfecto- apuntó.

Totalmente entendible. No quiero imaginar yo trabajando para la sección de economía de ese periódico y un día mi jefe me llame y diga:

- Luchito, hazte el editorial de economía para mañana. Me siento enfermo y no podré ir a trabajar.-

Luego de cinco horas escribiendo y pensando, salgo con este editorial:

The economy in Australia is good. People work, people earn money, and people spend money. So, the economy is good. Cheers!!

No me dejarían publicar eso ni en un estatus de Facebook. Terrible.

Una vez dominamos los tres primeros niveles, viene el que he bautizado el nivel académico. Ese nivel sólo lo tienen pocas personas en el mundo, y es un inglés con un alto contenido de gramática, vocabulario, redacción, entre otros. Ese nivel, según mi humilde opinión, lo encuentra en la literatura, artículos científicos y de investigación, algunos medios escritos de comunicación, uno que otro blog o incluso en wikipedia. No es difícil llegar a ese nivel, ¡es casi imposible!

Tendría uno que volver a nacer, y a nacer por aquí. Lograrlo significa estudiar mucho, pero mucho es mucho, escribirlo, dominarlo, cantarlo, odiarlo, amarlo, en fin. Yo no creo llegar hasta allá. Pero el que quiera, ¡adelante!

En fin, todos los días se aprende un poco. Y no sobra aclarar que aquí en Australia se aprende el inglés australiano, una de las miles de versiones que hay en el mundo.

Si llega a este país y al comienzo se le dificulta entenderlo, simplemente diga "NO WORRIES"

¡A la conquista!

http://www.facebook.com/luiseduardoquintero
luiseduardo@lavidaenaustralia.com

viernes, 5 de marzo de 2010

De paso por Colombia




Aterricé en Bogotá un martes a las 4:50 a.m. luego de varias horas de viaje desde Los Ángeles. A esa hora al parecer el único avión que llegaba era el mío entonces la entrada por inmigración fue breve. Cuando esperaba recoger mis maletas se me acercó un hombre con pinta de detective.

-¿Es usted Luis Eduardo Quintero?-

-¡Mierda!, me cogieron-, pensé.

-Sí, soy yo.-

-Bienvenido. Mi nombre es Pepito de los Palotes. Soy amigo de su hermana y me recomendó su llegada.-

El hombre efectivamente había trabajado con ella hace un tiempo, así que hablamos por un rato mientras salían mis maletas.

Salí y me esperaba ella, junto a Juanito, mi ex compañero de aventuras australianas. Nos dirigimos al parqueadero y tomamos el carro rumbo a la casa en cedritos. Allí, luego de algunos saludos protocolarios me dispuse a dormir un rato para descansar del viaje, no sin antes actualizar el status de Facebook: "Buenos días Bogotá"

A pesar de que he hecho tres viajes interoceánicos nunca he sentido el famoso "jetlag" o descuadre de horario. Hay personas que les pega durísimo y pasan una semana adaptándose. Extrañamente a mí no me ha sucedido.

Entraron un par de llamadas de amigos cercanos para saber cómo había llegado. Saludos, picos y abrazos por teléfono iban y venían. Preguntas de todo tipo llegaban y comenzaba a contar en vivo y en directo las primeras versiones de mi vida por Australia. Ya para la versión No 47 de la misma historia decía: - Mejor entren a mi blog-

Ese día cayó festivo así que aproveche la tranquilidad del tráfico para sacar mi carro - me encanta conducir en Bogotá durante los festivos -y llevar algunas de las encomiendas enviadas a sus felices destinatarios. Tres paradas hice ese día entregando paquetes, contando historias y dando los respectivos saludos de algunos de la tropa de mis amigos que se habían quedado en Australia.

Aunque este viaje fue planeado como unas vacaciones, también debí sacar tiempo para el trabajo pues como mi oficina es un portátil y una conexión a internet, al otro día ya estaba de visita con algunos clientes con los que continué trabajado desde Australia.

Mi regreso a una de las oficinas de uno de mis clientes fue algo espectacular, pues mis compañeros de trabajo me recibieron felices y algunos decían que el tiempo se había pasado muy rápido.

-Sentimos como si te hubieras ido de puente-, uno de ellos afirmó. Y era cierto. Entre más pasan los años, el tiempo se te pasa más rápido, entonces la sensación era que el tiempo de ausencia no había sido tan largo.

Algunas preguntas hacían referencia específica de cómo había visto el país, a Bogotá, entre otros puntos. Confieso que un año no es mucho tiempo y hacer un juicio exacto de cómo se ve un país luego de tiempo corto es un proceso complejo. Tengo un amigo que vive en Holanda - saludos, pachito- y no viene a Colombia hace como ocho años. Considero que él sí podría sentarse a contar las diferencias del antes y el después.

Yo podría anotar que volver a la tierrita luego de estar lejos es un sentimiento de nostalgia y felicidad absoluta. Muchos de los inmigrantes que estamos por fuera venimos porque queremos venir, porque queremos empaparnos nuevamente de vallenato, de sombreros "vueltiaos"; abrazar a los amigos, buscar a esa novia que dejaste - así nunca se haya dejado ver -, esconderse de algunas culebras, tomarse un consomé de pollo, con huesito incluido, arepa de choclo; hablar español, tramar que hablas inglés con un par de frases - ¡you know, mate!- y sentir el calor del país que te vio nacer.

Algunas cosas de las que ves por Australia tiendes a hacerlas en tu país. Ser más tolerante, mejorar la cultura ciudadana y creo que un ejemplo perfecto para esto es el tema de la conducción.

Dicen que el que maneja en Bogotá maneja en cualquier parte del mundo; pues tiene algo de cierto, porque mucha gente maneja a las patadas en Bogotá. Impera la ley del más fuerte, el del carro grande, el conductor avión que te cierra. Aquí pareciera que la luz amarilla del semáforo que va luego de la roja significa "pite" y la amarilla luego de la verde significa "Acelere mijo que alcanza a pasar". Con mi círculo cercano iba mostrando como es la cultura de la conducción en Australia. A pesar de la lluvia de comentarios:

-Uyyyyyyy, cómo le digo, australiano-

-Ay no, tan aussie pues-

-Quién lo ve tan culto, se nos "primermundizó"-

¡ay Dios!... y uno se pregunta si así son para manejar, cómo manejarán sus vidas ¿a las patadas también? Yo intenté utilizar algo de lo que se ver por Australia, pero en algunos casos se perdió esa platica. Me tocó ser avión también. O comes o te comen.

Aquí es donde uno dice que nos falta y mucho... aunque sé que ahí vamos, poco a poco.

Esperaba a mi regreso encontrar a mis amigos cercanos tal y como los había dejado. Pero lamentablemente no fue así. Aunque mi vida siguió en Australia, la de ellos también, la de todos. Todos crecimos, ganamos plata, nos quebramos, lloramos, nos echaron del trabajo, pataleamos, y eso con el tiempo nos vuelve diferentes. A pesar de que pasó un año, ya muchos no eran los mismos de antes. Eso, obviamente, tenía sus cosas buenas y las no tan buenas.

Es que recuerdo que cuando llegué a Australia por primera vez los post en Facebook y mensajes por MSN abundaban. "Nos haces faltaaaaaaa" "Vuelve prontooooooooooo" entre miles de opciones. Incluso algunas conversaciones por MSN eran así

Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
(Zumbido)
;)

¿Cómo estássssssssssssssssssssss?

¿Cómo llegasteeeeeeeeeeeeeeeeee?
No te has ido y ya nos haces faltaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

(Zumbido)
(Zumbido)

Te quierooooooooooooooooooooooooooooooo

Vuelve prontooooooooooooooooooooooooo



Luego de un tiempo no muy largo las conversaciones bajaron a este calibre:

Hola... q+?
Alo?
Sutanita aparece como desconectado. Es posible que no reciba tus mensajes.

Por más que uno no quiera las personas cercanas, familiares y amigos, siguen con su vida. Uno añora que luego de un tiempo fuera del país regrese y todo sea lo mismo en ese aspecto, pues no.

No valdría la pena viajar a Colombia sin pegarme un viajecito por ella para relajarme, así que con un combo de amigos tomamos carretera con destino a la costa norte en medio de una noche de finales de diciembre. Siempre me ha gustado manejar de noche, así que el plan parecía perfecto. Luego de un par de horas arribamos a Honda; allí nos detuvimos a tomar Pony Malta, descansar y continuar el camino. Cambiamos de asiento con Humberto y él manejó desde ese punto. Nuestra siguiente escala fue en Puerto Boyacá. Allí pasamos la noche por la módica suma de 100.000 pesos por una habitación para los tres. Al otro día retomé la conducción.

Por un error de cálculo, - entiéndase por bruto- dejé bajar mucho el tanque de gasolina y por poco nos quedamos varados. Casi con "el cuncho" del tanque llegamos a una bomba vieja en medio de la carretera. Y efectivamente, por lo vieja, temí lo peor: No había gasolina.

-Pero se la consigo patrón-, un mecánico que se encontraba cerca apuntó. Se llevó un tarro de plástico, arrancó en su moto y prometió regresar. Efectivamente a los 20 minutos volvía con la gasolina. Me había salvado.

Varios kilómetros adelante encontramos una bomba y ¡oh sorpresa!, no tenía gasolina tampoco.

-Si ustedes tiene una bomba, lo lógico es que tengan gasolina , ¿no?- le pregunté al bombero. El hombre se limitó a levantar los hombros, en señal de "¿y yo qué hago?

Luego de más de 900 kilómetros arribamos a Santa Marta. Ahí pasamos la noche en un hotel para prepararnos para el día de viaje hacia la orilla del mar. Acampamos en una playa llamada Chengue cerca a Santamarta por el parque Tayrona. Para llegar a ella, debíamos hacer un viaje en lancha de aproximadamente de 18 minutos. Allí conocimos a "Pepe y Migue", dos lobos de mar expertos en llevar y traer gente de Chengue. Negociamos varios viajes y partimos hacia la playa. Eso sí, siempre le he tenido mucho respeto al mar, entonces pregunté cómo estaba.

"Tranquilo", respondió pepe. ¿Tranquilo?, las pelotas... había un punto donde estaba picado y ¡virgen santísima¡ esa lancha se balanceaba muchísimo; alcancé ver una olas muy fuertes que la golpearon queriendo voltearla. Aunque no pasó a mayores, la empapada sí fue hermosa.

Allí en Chengue estuvimos varios días. Éramos una tropa de aproximadamente 10 personas, más otros grupos de turistas y los nativos que viven ahí y atienden a los visitantes. Don Isidro fue el encargado de cocinarlos desde pescado con patacón hasta langosta. Este fue un espacio para descansar de todo, pues no había luz eléctrica, señal de celular, Internet, Facebook, Messenger o Telmex. Sólo libros, cámara de fotos, snorkel y unas cervezas.



En este lugar pasamos año nuevo y recordamos algunas historias de siempre. Fue un buen momento. Yo aproveche unos días del viaje a la costa para ir hasta Cartagena. Allí tuve la oportunidad de ir al concierto de Carlos Vives y fue una experiencia muy bacana. Escuchar en vivo a este personaje es emocionante pues tiene una puesta en escena muy buena y sus clásicos, cuando vienes de afuera del país, los escuchas con más ganas.


Las carreteras de la costa están en su gran mayoría en muy buen estado. Se puede viajar tranquilo y sin problema. Lo que sí no me gustó es que para pasar de Santamarta a Cartagena debe uno ingresar a Barranquilla y atravesar la ciudad. No hay una variante, y uno gasta más de una hora entrando y saliendo. Además recuerdo que en un punto no había muy buena señalización y me metí en contravía songo sorongo; pero lo que me encantó fue con la amabilidad con que un señor me hizo caer en cuenta que iba en contravía.

-¡Vas en contravía maricón!-

Así quién no entiende. Aunque hubiera preferido un cambio de luces o algo similar.

De regreso de Chengue vivimos un momento de pánico. Aunque Pepe y Migue iban al mando de la lancha, pasamos por aquel funesto sitio donde el mar se ensanchaba contras las embarcaciones. Obviamente uno ve esas olas grandes golpear la lancha con fuerza y lo único que hay por hacer es morderse el codo y esperar, pues estas paredes de agua amenazaban con voltearnos o mandarnos contra las rocas; no se sabía cuál era la peor de las opciones.

Pepe bajó las revoluciones del motor para esperar a que el agua se calmara. Pero el mar cada vez estaba más picado y embestía con fuerza la embarcación. Creo que si estuviéramos en el Titanic ni lo sentiríamos, pero esa lanchita de madera parecía un palo de paleta en las fauces de un tigre de bengala, listo para despedazarla. La cara de Pepe, aunque sonreía, notaba preocupación y si él estaba preocupado, imagínense nosotros.

Tomé la mano de Marcela, para calmarla - así digas que también estaba muriéndome - , pues ella estaba en shock. Para completar el asunto, pasó un ventarrón que hizo volar por los aires la cachucha de Humberto.

-No importa, sigamos- dijo.

Pero estos lobos de mar, Pepe y Migue, decidieron regresarse por la bendita gorra. Dejaron el motor sin acelerar, dieron vuelta y duramos buscando unos 38 segundos a que la gorrita apareciera. Obviamente como el motor no estaba acelerado, estábamos casi a la deriva. Se imaginarán la escena con las olas golpeando la lancha. Para morirse del susto.

Afortunadamente la gorra se recuperó, Pepe nuevamente aceleró y salimos rápido de ese maremoto en potencia. Minutos después estábamos a la orilla, felices.

Nos despedimos de Pepe y Migue, dejándoles algo de mercado que nos sobró y una botella de ron casi enterita. A ellos les encanta eso y "mamar fría" como popularmente le llaman a tomar cervecita.

Tomamos carretera de regreso, aunque estábamos antojados de ir a Medellín por un par de días, y variar la ruta con el objetivo de pasar por más lugares. A pesar de que andábamos con mapa en mano, no desciframos el camino exacto para llegar a Medellín desde Santamarta por la vía del Madgalena medio. Preguntando a cuanta persona aparecía nadie nos confirmó exactamente cuál era el camino y llegando a Aguachica, César, aún no encontrábamos la ruta que nos llevaría a la ciudad de la eterna primavera.

La noche se asomaba y salíamos de Aguachica para buscar el famoso desvío hacía Medellín, cuando mi carro se recalentó. -WHAT THE $%#$%#$%-. Me parecía extraño pues le había mandado revisar todo antes del viaje. Sin embargo por precaución decidimos regresar a Aguachica y cancelar el viaje a Medellín. Allí en esta ciudad un par de personajes nos guiaron hasta un taller, nos consiguieron hotel, mejor dicho, faltó que nos hubieran invitado a bañarnos en el río. Ya en el taller llamaron al mecánico - de nuestro celular porque extrañamente aquí casi nadie tiene minutos- y el hombre apareció al instante.

El diagnostico: "pues resulta que a la ventaviola del miple le entró mugre y eso hace que el filtro de la chumacera no conecte con el chirrinoiter"

No me sonaba mucho ese diagnóstico extraño y por seguridad decidí esperar a Bogotá y llevar el auto a un taller de confianza. El resultado fue un daño en la bomba del agua que siempre me costó un dinerito. Pero las vacaciones valieron la pena. Realmente viajar por Colombia es una de las mejores cosas que se puede hacer cuando estás allí. Paisajes extraordinarios, gente amable, comida deliciosa, buenos hostales, zonas de camping, comer bon ice, carne oreada, rosquillas, empanadas, la infaltable pony malta; así mismo disfrutar que estás en tu país, con tu gente, tu familia, tus amigos y hasta tu perro.

Sí, sí, ya sé. Obviamente hay cosas malas, que no faltan. Pero prefiero contar las cosas viendo todo desde el lado medio lleno de la botella.

Sin meterme en política, porque como política de este blog no hablo de política, y, desde mi punto de vista personal, veo que Colombia es un gran país. Que lamentablemente tiene sus problemas, y ahora padece una catarsis muy grande pues se han destapado escándalos de todo tipo. Considero que la tierrita aún está en construcción, que nos falta mucho, que necesitamos mucho, pero más que quejarme de esto y de lo otro, busco la forma de ver cómo aporto mi granito para sacar esta tierra adelante. No en vano a Colombia le debo mucho de lo que soy. En esa tierra crecí, y espero un día, no muy lejano, incluso más cercano que lejano, regresar y devolver en algo todo lo que ella me brindó.

Luego de 2.614 km recorridos, más de 15 ciudades y pueblitos visitados, dos recalentadas del carro, un mar de leva que casi nos voltea la lancha, la pérdida de la pantaloneta de Humberto, el daño del snorkel, y las compras de rosquillas y regalitos, estábamos en Bogotá nuevamente.

Luego de varios días la hora de regresar llegó y el guayabo emocional fue bastante fuerte. Aún no me repongo. Dejar todo y retomar tu camino es duro y peludo. En el aeropuerto, luego del desayunito de despedida con huevos pericos, arepa de choclo y chocolate, me dirigí a la entrada de inmigración.

Uno de los cuadros más complicados que veo en los aeropuertos es esta puerta. Por última vez ves a tu familia y amigos. Allí sólo unos entran a inmigración, dejando atrás esposas, esposos, novias, novios, hijos, hermanos, amigos, padres, tíos, abuelos. Hay abrazos largos, hay besos fuertes, hay lágrimas. Hay manos que no quieren soltarse, hay dolor, hay alegría, hay palabras dulces, hay ilusión, hay amor.

En el 98.45% de los casos todos antes de ingresar volteamos a mirar a nuestros seres queridos. Allí, ya no hay palabras. Sólo miradas lejanas que, creo, tienen un solo mensaje: Regresaré.



¡A la conquista!



luiseduardo@lavidaenaustralia.com
http://www.facebook.com/luiseduardoquintero

lunes, 25 de enero de 2010

Conferencia La vida en Australia: Lo bueno y lo no tan bueno...



¿Tiene en sus planes viajar a Australia para buscar un mejor futuro?

¿Es usted un profesional que quiere salir adelante en Australia?

¿Ha consultado o se ha asesorado con agencias que únicamente le muestran “lo bueno” de este país?

¿Sabe si su carrera profesional le sirve en Australia?

¿Siente que su nivel de inglés es muy bueno y que sólo es llegar a practicar allá?

En realidad cuando uno asume la aventura de irse a un país a más de 16.000 kilómetros de distancia (como ir y regresar de Bogotá a Cartagena ocho veces seguidas) tiene expectativas altísimas sobre Australia. ¿Cómo me irá? ¿Será que mi carrera me sirve? ¿Si tendré un nivel de inglés bueno? ¿A qué sabe el Canguro? ¿Luego Australia no es parte de Europa? . Éstas y otras 987 preguntas llegan a la mente al mismo tiempo. Y para responderlas hay que comenzar con algo importante: Aterrizar en Australia.

Yo puedo decirle cómo es Australia. La agencia “En Australia soy feliz” también le puede decir cómo es la vida allá.

Pero todo quedará en vano si usted mismo no va y prueba. Si está de buenas y persevera más de lo normal, esta experiencia le puede saber a ponqué de chocolate con cubierta de vainilla y caramelo. Si las cosas no salen como usted desea, esta experiencia le puede saber a abono natural de vaca.

Conozco personas y he escuchado muchas historias de otras que se han ido y se quedaron. Otras que se fueron y regresaron. Cada una es una historia diferente, por eso mal haría en decir que a casi todos les va igual. Cuenta mucho quién es usted hasta ahora y quién va a ser allá.

Muchos aman Australia, otros la aceptan porque les tocó, otros no quieren saber a volver de ella. Como un anónimo me aconsejó en mi blog: Australia: Love it or leave it.

Esta charla sobre la vida en Australia tiene una particularidad diferente. Aunque obviamente resaltaré lo bueno que tiene este país, también contaré, desde mi punto de vista, las dificultades a las que se enfrentan la gran mayoría de inmigrantes que llegan a este país.

¿Qué en Australia hay oportunidades, dinero, calidad de vida, etc? Sí, las hay. Simplemente llegar a ellas toma mucho trabajo. A algunas personas, por sus capacidades y algo de suerte, les toma meses establecerse; al resto de los mortales nos toma años.
Yo apenas llevo un año, dos meses, 10 días y algunas horas allá. Y simplemente les daré mi opinión de lo que he vivido, de lo que he visto y de lo que me han contado. Cosas excelentes, buenas, malas y horribles.

No soy el experto en temas de Australia, ni soy agente avalado por el Gobierno de ese país en temas de inmigración. Simplemente me fui a vivir allá. No me las sé todas, pero las que no me las sé, ya las estoy averiguando.

Si están interesados en asistir, sólo deben hacer una cosa: ASISTIR.
La charla es gratuita. No hay que pagar nada. Así que si lo llaman ofreciéndole boletas a mitad de precio o a cambio de números de tarjetas prepago, eso es tumbada fija. Pilas!!!

Les pido un favor, confirmar asistencia a luiseduardo@lavidaenaustralia.com

Fecha
Martes Enero 26 de 2010
4:00pm - 6:00pm
Dirección
Calle 93B No. 17 - 25, Centro Internacional de Negocios, Bogotá

Informes
Celular 314 234 49 06
luiseduardo@lavidaenaustralia.com