domingo, 28 de septiembre de 2008

De Bogotá salí un día…






Aquí estoy, no tengo ni la menor idea de dónde voy. Estoy montando en un avión de Aerolíneas Argentinas rumbo a Sydney. A un nuevo mundo, a una nueva vida y a un nuevo futuro.

En este momento son las 10:20 de la mañana del día 27 de septiembre, en Colombia; 12:20 p.m. hora Argentina; y 1:20 a.m, del 28 en la hora de Sydney. Aproximadamente, llevamos 8 horas de vuelo, y según cálculos del piloto, en 5 más estaremos en Auclkand, Nueva Zelanda para una escala.

Bueno, todo esto comenzó hace un año en un bar de la calle 82, con mi amigo Juan Camilo planeamos este viaje. Nos pusimos como meta un año para hacerlo y gracias al tigre que hay dentro de nosotros lo hicimos. Obviamente, de manera directa o indirecta muchas personas participaron en la realización de esto.

Es que ni aún lo creo, pero eso me demuestra tres cosas: La primera, nada en la vida es imposible; la segunda, todo en está en la mente, quién piense que todo es malo, así le irá, y quien le ordene a la mente conseguir algo, ésta trabajará por ello; y la tercera, que las personas que viajan en primera clase en un avión, les dan todo de primero. Incluso, son los primeros en darse contra el cerro, si el avión se cae. Por eso no es bueno a veces, ser el primero en todo. ¡Así es la vida¡

Bueno la salida de Colombia fue sencilla. Alguna nostalgia por dejar el país, y la familia. Pero siempre que sea para mejorar, pues ADELANTE. Esperaba montarme en el super avión, cuando veo esta navecita, - era más grande un cebollero de la antigua caracas - . El vuelo salió una hora tarde y nos transportaron hasta el avión en un alimentador. ¡De transmilenio!. No sabía que ya llegaba hasta El Dorado. El avión por dentro bien regularcito. Me recordó las épocas de las laticas de Aerorepública que parecían busetas con alas.

Salimos de Bogotá, una hora tarde, y con más de la mitad de las sillas sin ocupar, lo que me permitió armar una camita temporal, no sin antes tomar la respectiva clase de cómo usar el cinturón, cómo usar el flotador, cómo usar las salidas de emergencia, en sus respectivos idiomas. En español, bien; pero el inglés que manejan las azafatas es algo cómico.



No sé si cuando van a hablarlo se ponen una papa en la boca para sonar más play. Algo como “laidissss and yentlemassss, güelcomm tu de flaigt namber XX from Aerolineashhhh aryentinassshhhh pibe….” En realidad, aunque son normas internacionales de la aviación deberían resumir: “Señoras y señores en caso de emergencia, por favor conserve la calma. Cuando esté calmado, corra por su vida” , “Ladies and gentlemans, in case of emergency, please be quite, calm down, when you are, runnnnnnn parceritooooooooooooooooo” El avión hizo escala en Lima. Para cambio de tripulación, y subir más gente. Me pregunto cómo será el diálogo de los pilotos cuando se cambia la tripulación:

Piloto que entra: Ey pibe.. ¿cómo vas boludo?
Piloto que sale: che pibe. Ahí te dejo la nave tanqueadita y lavadita.
Piloto que entra: Como la sentiste
Piloto que sale: Bien, de pronto tenés que embragar bien para encenderlo. Ese clutch hay que cambiarlo pronto. Y no olvidés mirar los niveles de agua y aceite. Eso sí, ya te llené el jaboncito líquido para el limpia brisas.
Piloto que entra: Buena, pibe. Sos grande. Y el tràfico?
Piloto que sale: Bueno qué te puedo decir. Normal. Saliendo de Bogotá, algunos trancones. Vos sabes cómo es allá. Trancones hasta para ir al baño.
Piloto que entra: Grassshias. Sos un mounstruo. Pasame las llaves.
Piloto que sale: Tomá. Llévatelo rápido porque lo dejé parqueado en zona prohibida, y pasá la grúa y te joden estos pibes. Y con lo complicado que ese sacar un avión de los patios.
Piloto que entra: Bueno pie, gracias. Vuelo entonces.




Llegamos a Buenos Aires en la mañana del 25 como a eso de las 8:00 a.m. Dicen que un Aeropuerto refleja el orden de una ciudad, y el de Ezeiza lo vi como regularcito, aunque parece ser que lo están remodelando como El Dorado.

Allí, me esperaba un taxi de los llamados remises, que son quienes entran gente a la Capital Federal. Pero este conductor era más seco que un pan francés. El man me ve llegando con tres maletas y solo atina a decirme,” seguime”.

Caminamos como unas 3 cuadras y yo con las maletas y el man adelante, como si nada. Boludo!!!!!! Bueno subimos al taxi y rumbo al centro de la Ciudad, a unos 30 km. Muy buenas carreteras, pero también bastantes trancones. Llegamos al centro al Hostal el Firulete, cuya entrada parece todo menos hostal.

Timbro y me dicen:
¿Sí?.
Buenas, tengo una reserva.
¿Nombre?
Luis Eduardo Quintero

Subí Y me toca subir como 30 escaleras, con maletas y todo. No había nadie que me ayudara. ¿Dónde me he metido? Y comenzaron las sorpresas.

Continuará…